Sábado de mediados del 2009, más o menos once de la noche. Con unos amigos me acercaba por primera vez a un evento de Hip Hop. Eran unas batallas de freestyle que se hacían en el boliche El Verde, ese día tuvimos nuestro primer contacto con esta cultura.
por Hache Souza
LA PRIMER RONDA |
Adentro había unas batallas y se había anotado hasta el perro. Gente de cualquier barrio, de cualquier banda, todos mayores de edad. Los punchlines eran adultos, juegos de palabras e ingenio, poco cola y pito, mucha violencia verbal. Afuera se acumulaba la gente alrededor de la puerta, casi toda de Solymar o de Montevideo y había una ronda de Freestyle.
El Rasta habló de la vida, Viki del Hip Hop y Jai nos contó que se había robado unos guantes de látex del trabajo. Nosotros contábamos lo que podíamos en nuestra primer ronda de free con gente que no conocíamos de ningún lado y que había ido a la misma fiesta. Mejor dicho, que nosotros habíamos ido a su fiesta. Ese día solo me faltó escuchar al Erre, un tipo al que nunca le había visto la cara, el cual todo a quien le preguntábamos coincidían que era el mejor del país y nos decían “tenés que escucharlo”.
POCA COMPETICIÓN, MUCHO CONTENIDO |
A partir de ahí empezamos a trabajar en lo nuestro con otra cabeza. Había compañía e intercambio, había de quien aprender y con quien compararse. Habría colaboración y habría competencia. Los años fueron pasando y de a poco fuimos conociendo a todos. Íbamos a los eventos y talleres de los B.Boys, a las jams de los DJs, a algunas pintadas de Sart, KNCR o Clan-Destinos. A mirar o a pintar, discutíamos en los foros del Mes del Hip Hop y cerrábamos y abríamos los eventos en un la vuelta tirando Freestyle todos juntos.
En ese momento en que ya conocíamos a casi toda la gente de la vuelta fue cuando las ansias por mejorar nos comieron por dentro. Le preguntábamos todo a todo el mundo, trucos para respirar a los MCs después del toque, discos de rap. A veces B. Boy Salto o el Erre traían un huevito y quedábamos todos callados escuchando lo que habían traído para mostrar. O alguno se llevaba una letra aprendida desde la casa y la soltaba en la ronda para ver la cara que ponía el resto.
El Hip Hop estaba en campeonatos de Streetball, competencias de skate, fiestas vecinales, tardes de plaza y la unión era indiscutible para quien mirara desde afuera, Los directos del Erre, de Alta Tensión, Ciudadanos, Viki y Rapvoluzion eran completos y sencillos. Poca competición, mucho contenido. Priorizar el mensaje al envasado y la frontalidad a las vueltas sin sentido. Se agitaban los toques con 20 personas o con 300. Íbamos al INJU mínimo dos veces por mes y todos los fines de semana había una plaza a la que ir cuando querías encontrarte con alguien de la movida fuese la hora que fuese.
ESTAR AHÍ |
Había mucho trabajo colectivo. Mucho dar una mano porque sí y las peleas arreglarlas en el momento como fuese para no contaminar. A las manos o hablando, que si las hubo y si las tuve. Pero no impidieron nunca que siguiéramos ahí escuchando al mismo tipo, en la misma ronda, en el mismo momento y recibiendo el mismo mensaje. Como con una complicidad pactada. Porque era lo que teníamos que hacer, estar ahí.
Esta fue mi experiencia en el Hip Hop nacional. teniendo claro que no la de todo. Si puedo decir que gran parte de los que ejercen ahora hicieron cosas alguna vez por esta cultura y formaron parte de esas rapeadas compartidas, queriéndolo o no.
Esa es la escuela que nos está extendiendo la antorcha a nosotros ahora. La escuela de “estar ahí”, la escuela del mensaje por encima del flow y del intercambio constante. La escuela en la que el que se sacara mucho cartel abajo del escenario ya no existía. Donde se armaban las rondas y solo entraba el que tenía algo para mostrar. La de la Plaza de los Bomberos, la de la Plaza Seregni, la del INJU. En la que había pocos eventos pero los que estaban contaban con la presencia de los referentes de cada elemento, sino disfrutando del evento al menos, apoyando desde ahí.
TRABAJO EN CONJUNTO |
El Hip Hop cultura es eso, un trabajo en conjunto legado por la generación saliente a la generación entrante. Y así como cuando la generación saliente no quiere salir se malogra el proceso y la generación entrante debe tomar su lugar a todo costo.
Cuando la generación entrante ningunea completamente a la saliente el proceso empieza de cero. La generación entrante auto sabotea su propio progreso y la generación saliente tiene que volver a involucrarse en el intercambio para reclamar su huella en el camino. Para enseñar y aprender nuevamente. Para estar ahí y por sobre todas las cosas, para que su granito de arena en el Hip Hop no quede apartado y vuelva a sumarle a la duna que hace años queramos o no nos representa a todos.
Por ser esa y no otra la escuela que vino detrás nuestro, quienes tenemos la posibilidad y la suerte de estar en el lugar en el que corresponde seguir con su trabajo, tenemos que adueñarnos de ese rol. En lugar de hacer borrón y cuenta nueva y decir que estamos empezando “una nueva era” desde la negación de lo pasado. Construir más movida a partir de la que hubo, contando con la gente que dejó su marca, tomar lo que nos dejaron los más experientes y tunearlo con nuestro nuevo aire.
NUEVA ERA |
Volver a intercambiar, que se informen los nuevos y que vuelvan los viejos, ese creo es el motor ideal para una nueva era si es que eso es realmente lo que quieren hacer con el rap nacional, pero algo indiscutible es que somos parte de un proceso que no empezó con nosotros y quien quiere sobresalir lo hará desde el lugar de quien aportó más en cantidad y calidad al proyecto.
Para cerrar, según he conversado con gente de la vieja escuela, si hay algo a lo que vale la pena llamarle (aun sin ganas de hacerlo) “La nueva era del rap”. Empezó en 2005, cuando empezamos a salir de la crisis económica reinante en nuestro país y al mismo tiempo el rap se adueño de los canales de entretenimiento, el resto, como decimos por casa, es todo humo a precio de oferta.